lunes, 4 de julio de 2016

LIBERTO MARCILLA Pbro.

Es muy lamentable que se encuentre relegado al olvido un importante romántico chiclanero[1] precursor (tal vez maestro[2]) de Don Antonio García Gutiérrez: Don Liberto Marcilla Pbro., quien, tras un largo periodo de vacío histórico, sabemos que retornó a nuestra ciudad sobre 1810, en calidad de capellán oficioso de la familia Böhl de Faber – Larrea y profesor de latín para la joven Cecilia, la que sería conocida más adelante como “Fernán Caballero”.
Por recientes investigaciones de varios eruditos locales se ha tenido noticia de lo que éstos denominan “el percance”, lamentable incidente que propició la sanción eclesiástica que castigó a nuestro hombre, enviándole de por vida a Benaocaz, como coadjutor de la Parroquia de San Pedro.
Parece ser que doña Paquita Larrea, siempre dispuesta a patrocinar eventos sociales de gran prestigio, había organizado en mayo de 1812 una gira romántica en barca por los caños de Sancti Petri, a la que acudiría lo mejor y más granado del pujante romanticismo chiclanero. Estaban previstas recitaciones, ofrendas florales y actuaciones de una cantante lírica muy exquisita, Orsola Sanguinetti, que estaba de visita en casa de los mecenas Böhl de Faber Larrea[3].
El joven Don Liberto Marcilla estaba, naturalmente, invitado, pues figuraba en el programa como recitador de su Oda a Horacio Cocles, Héroe Romano. La distinguida familia había provisto la embarcación (lujosamente ornada de terciopelo y flores de trapo) de un refrigerio de ostiones, parpujas y vino de Chiclana.
Tal vez fue la excesiva ingesta de este rico caldo, lo que indujo al desventurado clérigo romántico a (sic) “…tocarle el culo a su discípula, la joven Cecilia, un pimpollo a la sazón…”[4], lo que provocó el escándalo de toda la concurrencia, el enfado de doña Paquita y el lanzamiento al agua del imprevisto libertino por orden de la dama.
La intervención del obispado fue rápida y fulminante, ya que el desdichado don Liberto, rescatado del agua por unos pescadores, fue enviado a Benaocaz como segundo coadjutor de la parroquia.
Allí se consolaba de su tedio vital, tan romántico, comiendo potaje de habichuelas con castañas y componiendo elegías larguísimas, que, por desgracia, no se han conservado. Sí que la fortuna nos ha regalado su drama inédito “El Rey Moro de Chiclana o Las burlas del Destino”, recientemente hallado en una venta de Paterna por el estudioso romántico don Miguel Ángel Bolaños Bello.
De nuestro clérigo romántico faltan gran cantidad de datos biográficos aparte de los mencionados. Incluso su magnífico drama romántico no ha sido jamás estrenado. Hora es de que las autoridades municipales y provinciales se ocupen de rescatar del olvido a este importante literato local, aportando generosas subvenciones a las entidades que de ello se encarguen, que es lo principal.




[1] No se sabe si de nacimiento o de adopción, porque en los libros parroquiales no figura, pero sabemos de su infancia en Chiclana y concretamente en la calle Larga por unas referencias cruzada en varias gacetillas locales.
[2] Este dato no está testificado, pero sí que existen indicios; ya que el autor de “El Trovador” visitó Benaocaz en abril de 1.838 y allí pudo coincidir con Don Liberto, a la sazón coadjutor en la Parroquia de San Pedro.
[3] Era genovesa y alcanzó cierta notoriedad en su tiempo, pero un amor desdichado la indujo a abandonar la ópera para meterse a puta en Milán, donde acabó sus días pobre y olvidada.
[4] En “Lances románticos en la Chiclana del XIX”. Bláfido Albarisqueta Fenollar. En “Romantic Southern Spanish Review”. Oklahoma 2013.

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