lunes, 29 de enero de 2007

¿QUÉ PRETENDEN LOS JUECES?


¿QUÉ PRETENDEN LOS JUECES?

Supongo que dicho genéricamente, pretenden impartir justicia.
Lo que sucede es que la justicia no es un término abstracto, ni una quintaesencia perfecta, ni está, desde luego, “más allá del bien y del mal”
Por otra parte, sabemos que hay quien cree en los simpáticos gnomos y en los virtuosos elfos, quien está persuadido de que se reencarnará en vaca sagrada en una existencia futura; incluso hay quien se cree lo de la separación y armonización de los poderes, eso del señor Montesquieu, Barón de la Bréde.
La justicia, el poder judicial, actúa en política y muy activamente. Sus decisiones repercuten en el ámbito de la “res pública” y, con mucha frecuencia, de modo determinante.
Todavía me retumban en los oídos los comentarios de Rajoy (Don Mariano), tras la determinación de la Audiencia Nacional en el caso De Juana. ¡Apúntate una, chaval! Aquello de que la mayor alegría de su vida había sobrevenido a consecuencia del fallo “in dubio contra reo”.
Ahora estamos pendientes de la comparecencia como imputado del Lehendakari Ibarretxe por juntarse con malas compañías. Precisamente en momentos en los que se me antoja que tirar de la cuerda nacionalista resulta francamente inoportuno. El PNV puede comportarse como desearía el locuaz señor Aznar, arrimándose a la costa abertzale, si se le empuja adecuadamente; o bien puede participar activamente en un nuevo pacto contra el terror, que a mi, en mi simplicidad, me parece francamente deseable.
Por otra parte, los señores jueces se sienten sumamente ofendidos cuando un partido, o un sector de la ciudadanía, critica sus más que discutibles decisiones. Nadie, según ellos, goza de inmunidad en el marco del Estado.
¿Y ellos sí?
Pues mira por dónde que yo no lo veo de esa manera. Si el poder judicial interviene, como irremediablemente tiene que suceder, en graves asuntos de la vida pública, ha de saber que los ciudadanos opinaremos y lo haremos con la libertad que nos corresponde legítimamente.

sábado, 27 de enero de 2007

AZNAR: CONSEJOS VENDO...



Eso: “consejos vendo, para mi no tengo”. Ojo, que no es el único ex- que se dedica a profetizar, a pontificar y a largar por esa boquita de piñón. Siempre con el requisito previo de afirmar categóricamente que uno se retira de la política, con el objeto de dedicarse de lleno a la floricultura, al futbolín, o a la metafísica, que siempre había sido lo de uno, si no llega a ser por el alto grado de responsabilidad que le impulsó a uno a ponerse al timón de la nave del Estado, o del municipio, o del ministerio, o de lo que sea.
El caso Aznar es, como dicen ahora, emblemático, incluso patético y, en ocasiones, sísmico. Yo creo que este hombre está demasiado politizadito.
En fecha reciente acaba de soltar una sarta de consejos sobre cómo acabar con el terrorismo (Kursaal, San Sebastián), lo que resulta conmovedor y sorprendente, dado que:
a) Durante su mandato se registró un auténtico record de acciones terroristas perpetradas por ETA, con resultado de muerte en una gran parte de ellas.
b) En lo que respecta al llamado “terrorismo internacional”, el señor Aznar se enganchó del bracete con don George Bush y don Tony Blair, con el brillante saldo de todos conocido.
Entonces, digo yo, que, como poco, tenía que estarse callado y no seguir soltando intemperancias en ese tonillo apocalíptico que ha ido fomentando desde que ya no es Presidente del Gobierno.
Para redondear la faena, no se le ocurre mejor cosa que afirmar tan campante que en la lucha contra ETA no es conveniente contar con el legítimo Gobierno de la autonomía vasca, precisamente el territorio más directamente afectado por el terrorismo de sello abertzale. Entonces, ¿a quién hay que llamar? ¿Al excelente paparazzo aficionado Presidente de la Rioja?
Nota bene: a mi lo del nacionalismo no me gusta nada de nada, máxime cuando reviste esos apolillados tonos sabinianos; pero ahí está, y ostentando la máxima representación de los vascos, me divierta o no.
El ciudadano Aznar, o fuma cositas raras, o goza de una inverecundia, o poca lache, que diría un caló perspicaz, digna de mucha mejor causa. Por cierto: ¿cuál es su causa? ¿Arruinarle aún más la vida a Mariano Rajoy? Como si no tuviera bastante con Zaplana y Acebes para meterle en la camisa de once varas que cada día le está ahogando más.

COCINA BIZANTINA




Ayer tarde, como era viernes, y podía hacer el vago a mis anchas, me aposenté en el sofá frente al televisor sin mayor criterio selectivo. Esta feliz circunstancia me puso delante de los ojos un episodio que personalmente no dudaría en calificar de perverso.
Allí estaba un cocinero, acompañado de una periodista muy locuaz, dispuesto a perpetrar un plato moderno. Y el caso es que el malévolo individuo consiguió dármela con queso al principio, porque preparaba unos judiones de manera bastante canónica: sus verduritas, su cocción a fuego lento, su adición posterior de una pasta de tomate, ñora y almendras... Todo bastante bien, excepto que le atizó al guiso dos hojas de laurel tremendas, siendo así que el laurel, si no se emplea con mucha moderación, es capaz de eliminar todo sabor que no sea el suyo propio, pero hasta ahí la cosa me pareció tolerable.
Pero todo había sido engaño y fraude, ya que, finalizado el aceptable plato, el sujeto aquel procedió a molerlo implacablemente en la batidora y sumir el funesto puré en una copa de cóctel. No contento con eso, le añadió a la copa unas tiras de sepia cruda y lo ornamentó con unas verduras picadas y dos hojitas de rúcola. ¡Miserable!
Menos mal que la periodista parlanchina pagó parte de sus culpas viéndose obligada a ingerir el brebaje y declarar con evidente cara de asco que aquello estaba exquisito. Sin embargo, el principal culpable del delito parece ser que quedó más impune que el Otegui ése tan malo.
Y luego nos extrañará que los jovencitos ingieran hamburguesas cargadas de colesterol y pizzas abominables en dosis masivas. A ver si la Ministra de Sanidad, que se preocupa tanto por nuestra higiene alimentaria, interviene de una vez y prohíbe el ejercicio de la cocina estética fuera de galerías de arte y museos especializados.

martes, 23 de enero de 2007

GAMBERROS CON CATECISMO




El instinto gregario es uno de los rasgos más significativos de la mentalidad adolescente; tanto como la inseguridad que, de forma bastante frecuente, se manifiesta en actitudes violentas y agresivas.
En los últimos días hemos asistido a las llamativas asonadas juveniles del madrileño municipio de Alcorcón, una de las oscuras estrellas satélite que engordan en torno al Madrid descomunal e inhóspito. Casi al mismo tiempo en el País Vasco se producía el repunte de la violencia juvenil callejera, con el absurdo estrambote firmado por el Tribunal Supremo, que etiquetaba como terroristas a las pandillas antisociales de muchachitos “patriotas” (en su opinión).
Permítaseme introducir un paréntesis para observar que siempre que emergen por algún lado las nociones de “Patria”, “patriota” o “patriotismo”, seguro que alguien va a pagar los vidrios rotos.
Pues, volviendo a lo nuestro, la épica gregaria juvenil no necesitaría, en principio, un gran bagaje ideológico. Ahí están, como muestra, las diversas hordas futboleras, no sólo consentidas, sino alimentadas por los millonarios directivos de los equipos. Sí que necesitan esos muchachotes de simbologías varias, muchas veces inspiradas en movimientos totalitarios pretéritos, o, por desgracia renacidos. Imprescindibles el totem y el fetiche que doten de un rasgo de identidad a quienes no encuentran ni a tiros la suya propia individual, así que todos al rebaño con oriflamas.
La principal diferencia apreciable entre la vulgar banda de gamberros violentos, modelo Latin Kings, Ñetas o sus aprendices celtibéricos y las pandas del “talde” y la “kale boroka” parece ser una pequeña cobertura ideológica, tan pequeña que no pasa de un somero barniz patriotero, una especie de catecismo de bajo perfil. Si ustedes se toman la molestia de escuchar pacientemente a cualquiera de estos chicos, o dedica algo de tiempo a leer sus soflamas en la red, se quedarán con la boca de a palmo: menuda sarta de necedades históricas y políticas, que no resisten el análisis más simplón, oigan.
Lo que mejor le puede venir a una pandilla de enloquecidos inconsecuentes de este género es que se les asigne una etiqueta que a ellos se les antoje honrosa y enaltecedora: “terroristas”, por ejemplo. El fundamento pretendidamente épico de sus tropelías cobra entonces una dimensión gigantesca y, por añadidura, hace redoblar sus ansias de notoriedad, desembocadas, por desdicha, en nuevos descalabros urbanos.
En general, los adultos reaccionan con miedo no siempre racional, ante la presencia de cuadrillas de jóvenes exaltados y los medios de comunicación alimentan tales temores, en los que normalmente participan.
Indudablemente quien estas líneas escribe no es nada partidario de permitir que las bandas juveniles perpetren impunemente sus salvajadas; pero lo que no acaba de entender es cómo altas instancias de la justicia y otros poderes se dedican a decorar y satanizar sus supuestas hazañas. En el caso del Tribunal Supremo, digamos que hay un apoyo en la histérica Ley de Partidos, pero bien podían pensar los señores magistrados que su capacidad jurisprudencial es lo bastante amplia como para evitar meterse en un barrizal como el que se nos viene encima.
Sobre los orígenes sociológicos de la violencia juvenil, doctores tienen las altas instancias académicas, así que no voy a cometer la imprudencia de opinar en un campo en el que me declaro completamente profano. De momento me limitaré a manifestar que me parece bastante equivocado el modo en que se está tratando ese hecho tan lamentable.

lunes, 22 de enero de 2007

NEUTRAL, INDEPENDIENTE Y LIBRE


NEUTRAL, INDEPENDIENTE Y LIBRE

Pues sí que lo tenemos claro. Ahora la Telemadrid de doña Esperanza Aguirre, luminaria y tesoro de la transparencia y la veracidad informativa, pone al frente de su Diario de la Noche, espacio del que fue catapultado su anterior presentador, Germán Yanke, dicen que si por un quítame allá esas pajas relacionado con intentos de manipulación informativa por parte de la Dirección de la cosa.
El agraciado con el nombramiento asegura tan ancho que va a hacer un informativo “neutral, independiente y libre”. Parece que el autor de frases tan luminosas como: “La izquierda siempre se defiende amordazando y atacando la libertad”, o “Lo malo de Zapatero es el partido, y el socialismo. El socialismo nunca ha funcionado, ni funcionará ahora” presenta todo género de garantías para integrarse en un medio informativo precisamente alabado por sus condiciones de neutralidad, independencia y libertad, virtudes que muy justamente han ensalzado a coro los trabajadores de la empresa en sus recientes movilizaciones.
Cierto que la estrecha y cordial comunicación de don Fernando con Falange Española Auténtica y su reivindicación de José Antonio Primo de Rivera como el político más prometedor de la II República constituyen garantías adicionales para desempeñar una limpia trayectoria informativa en su nueva colocación.
El neófito es presentado por la cadena privada de doña Esperanza como brillante periodista (?), amén de profesor de no sé cuántas universidades del mundo mundial. Cierto que yo me sé de una en la que figuró como tal, pero no pisaba por sus aulas ni para cobrar el magro salario.
A mi don Fernando Sánchez Dragó me ha parecido siempre un astuto catasalsas, capaz de afeitar un huevo, tal como suele decir el pueblo llano.
Claro que encajará a la perfección en el lamentable telepanfleto que hoy por hoy es la televisión que financiamos y sufrimos los madrileños. Otra vuelta de tuerca.

domingo, 21 de enero de 2007

La sombra de Harry Potter


LA SOMBRA DE HARRY POTTER

A los niños, normalmente, hay que hacerles leer libros que les hagan aborrecer la lectura para siempre. Por lo menos, es preciso que lean cosas perfectamente inadecuadas para su educación. También se les puede obligar a leer libros buenos, pero de forma tal que su lectura lleve aparejadas unas condiciones que la hagan completamente aborrecible.
En este último caso, cabe proporcionarles, por ejemplo: “El libro de la selva”, de Kipling. Pero tendrán que realizar un examen en el que se comprobará si recuerdan todos los nombres de los personajes, se les exigirá adjuntar un trabajo sobre Rudyard Kipling y la Inglaterra colonial o se les mandará realizar un resumen de la obra capítulo por capítulo. El escolar que atraviese tan amarga experiencia queda garantizado como futuro analfabeto funcional, o, lo que es peor, como un adepto a las perversas versiones cinematográficas Disney.
La cosa parece que viene de lejos, porque de destripar los cuentos infantiles (antes simplemente “populares”) ya se ocuparon en su día don Vladimir Propp y don Bruno Bettelheim, por ejemplo. Al niño conviene mantenerlo en un saludable estado de acoxono y dependencia desde bien pequeñito.
La complicación decimonónica trajo consigo un blandengue y fétido didactismo, que se refleja como en ningunas otras obras en engendros, como “Corazón” del infame Edmundo D’Amicis, o “Mujercitas” de la delincuente Louise May Alcott. Por cierto que, como todo puede empeorarse, poniendo un poco de esmero, parte del primero de los toches sufrió una despiadada agresión televisiva a manos del niño Marco y su monito japonés. No menos sucedió con la pseudo – roussoniana “Heidi” perpetrada inicialmente por doña Johanna Spyri.
Mención aparte merece el capítulo de obras netamente adecuadas para adultos caprichosamente etiquetadas como lecturas infantiles, tal que “Los viajes de Gulliver” o “Alicia en el país de las maravillas”, hijas respectivamente de la filosofía de Swift y de la perversidad de Dodgson, alias Carroll. Cumbres del disparate escolar ocupan las lecturas implacablemente obligadas del Quijote y el Lazarillo, que han causado tantas bajas entre la potencial población lectora de España.
Mi consternación más reciente en esto del libro para mocitas y mocitos la provocó, desde su salvaje irrupción en alas del mercado, el desagradable niño Harry Potter (Haroldito Ollero, si castellanizamos el nombre de la criaturita). Como todavía me queda algo de sentido ascético de evidente raíz judeo-cristiana, me empapé el primero de la serie, porque me pareció sociológicamente obligado, y juro a vuesasmercedes que acabé con mis pocos pelos como escarpias. ¡Joder con la criaturita y su mamá la señora Rowlings!
No insistiré en las adecuadas descalificaciones que ya emitiera en su momento una autoridad, como es Harold Bloom, pero remacheré mi desagrado ante la moralina del éxito que dimana la obrilla, la ausencia de verdadera fantasía, su pedestrismo constructivo y la elusión de cualquier referencia a realidades del pre-púber tan manifiestas como el sexo o la travesura gratuita.
Atónito y suspenso queda uno cuando en un examen de ingreso a cierta escuela de Arte Dramático, un número significativo de candidatos señala entre sus lecturas recientes alguno de los libros del nene de las escobas de marca. ¡Ay mi madre!

miércoles, 17 de enero de 2007


BARBARIE PARLAMENTARIA


“Se empieza robando, se continúa violando, se sigue asesinando y, finalmente, hasta se pierden los buenos modales”. No recuerdo a qué ocurrente sujeto se atribuye la frase, pero me parece bastante adecuada y pertinente.
La expresión “cortesía parlamentaria” suena en estos momentos a sarcasmo, la verdad. En el reciente (e innecesario) debate sobre la política antiterrorista asistimos una vez más al penoso espectáculo que brinda un parlamento en el que el abucheo y el insulto proliferan como urticantes matas de ortigas. Y, como todo hay que decirlo, esa falta de decoro se manifiesta con especial intensidad y frecuencia en la bancada del Partido Popular.
No sólo eso: el abandono de los escaños resulta clamoroso, bochornoso y penoso en cuanto sus señorías entienden que el espectáculo ha perdido emoción; es decir: en cuanto los oradores contendientes son menos poderosos y llamativos. Supongo que en el circo romano el populacho también abandonaría las gradas cuando el siguiente número fuera de marionetas y ya hubiesen sido retirados los leones y los despojos de cristianos o gladiadores. Sin sangre, aquello ya no tendría gracia, así que todos a merendar por el vomitorio. Toda comparación es, ciertamente, odiosa; pero no por ello menos necesaria.
Este su seguro servidor fue senador en las Cortes Constituyentes y, por mucho que esfuerce sus desgastadas neuronas, no logra recordar una sola sesión de aquella cámara que mostrase rasgos tan manifiestamente innobles como las que presenciamos con demasiada frecuencia en las últimas legislaturas. Se ve que eran otros tiempos, qué sé yo.
Claro que sería bastante injusto culpar directa y personalmente a los señores diputados incursos en tales demasías, aunque también les cabe su dosis de responsabilidad; porque también existen razones institucionales para que el razonamiento y la argumentación cedan su sitio al berrido y al improperio. La llamada “disciplina de partido” y los propios reglamentos de las cámaras han convertido a los padres de la Patria en meros abucheadores o palmeros, dado que su posibilidad de hacer o decir otras cosas que las dictadas por sus jefes de fila es prácticamente nula. Intervenir en un pleno a título personal es una mera entelequia y, desde luego, intervenir en una línea distinta a la establecida por los eslogans o ritornelos grupales parece cosa de otro planeta. O más bien, de otro parlamento, puesto que en las cámaras de bastantes países no se estilan estas formas búlgaras de entender el parlamentarismo.
Por otra parte, el sistema de listas cerradas y bloqueadas que establece la vigente Ley Electoral constituye una importante traba para que el individuo electo tenga otra opción que ir tirado por el ronzal (y perdonen por el simil) o, como bochornosa alternativa, mudarse de barrio y adquirir el molesto calificativo de “transfuga”.
El resultado a pie de calle es que el distinguido público cada vez respeta menos a sus representantes, tanto individual como colegiadamente.
Yo soy bastante partidario de proceder a una reforma de la Constitución, en términos que procuraré desarrollar aquí en otra ocasión; pero de lo que me declaro acérrimo defensor, por el momento y con carácter de urgencia, es de darles un buen repaso a la Ley Electoral y a los Reglamentos de ambas Cámaras.
Pienso, tal vez con algo de optimismo, que un individuo al que se otorga capacidad y responsabilidad para manifestarse por medios civilizados, no acaba hecho un gamberro tiznador de paredes o aullador de gradas. Al menos me gustaría implorar un poco de oxígeno en el enrarecido ambiente de nuestro Parlamento. Y valga lo dicho para las cámaras autonómicas de diversa denominación.

lunes, 15 de enero de 2007


EL CROMOSOMA DE LAS PALABRAS

Muy puesto en razón, damas y caballeros, o, tal vez person@s, eso de que evitemos la discriminación sexista en el lenguaje.
No entiendo por qué “la humanidad” tiene que ser lo mismo que “el hombre”, y tengamos que escribir, por ejemplo: “el hombre es el predador más agresivo de todo el reino animal”, y no “la mujer y el hombre son l@s dos predador@s más agresiv@s, etc.”
No se me alcanza una razón por la cual “la libertad” tenga que ser femenina y, en cambio, “el derecho”, se vea obligado a ser masculino. ¿Y qué me dicen del neutro? “Lo natural” es una expresión neutra vaya usted a saber por qué. Ni que lo más natural del mundo fuera un hermafrodita, como el caracol, sin ir más lejos. Pero resulta que “caracol” es masculino, pese al sabido hermafroditismo del molusco en cuestión.
En la nomenclatura de los animalitos el lío es mayúsculo, verbigracia: una gacela, por muy Thompson que sea, sale en femenino en todos los documentales de la dos, y eso a los machos de la especie tenía que molestarles digo yo: “Oiga, que yo soy gacelo y bien gacelo, ¿qué se ha creído usted, señor Thompson?” Sin embargo, hablamos del ciervo y del orix con un insultante genérico masculino, porque aún en el primer caso se puede mencionar a la cierva, pero, ¿quién ha oído hablar de “la orixa”?
La cosa sigue complicándose en otras especies: “zorro” y “zorra”, “mono” y “mona”. De entrada, todos hemos aprendido de niños (cuando la escuela era escuela) aquello de la zorra y las uvas y también que “subió una mona a un nogal...”, o bien “aunque la mona se vista de seda...” Pues vamos a ver: ¿se trata de animales macho, o de hembras de la especie? No está nada claro. Tampoco sabemos por qué un sujeto es un zorro si es astuto y taimado y, en cambio, una mujer es una zorra cuando sale más puta que las proverbiales gallinas.
Con los vegetales suceden cosas muy raras, porque casi todos son transexuales, ya que las frutas, como la manzana, que eran neutras en latín, se han hecho femeninas en castellano. Y todo por la funesta manía de declinar que tenían los romanos. Como resulta que el plural neutro de la segunda terminaba en a y aquellos hedonistas no se conformaban con devorar una sola fruta, ¡hale, todas las peras y ciruelas a feminizarse por narices! En cambio los árboles femeninos de la cuarta declinación, todos machos por real decreto, ya que el acusativo en –um da –o masculino en castellano drecho.
A lo mejor aquí está el quid de la cuestión: los romanos, machistas redomados, inventaron la discriminación sexual en el lenguaje. Y, si no fueron ellos, serían los lingüistas encargados de hacer evolucionar la lengua: ¡Lapesa es culpable!
Hace pocas semanas asistí a una escena en verdad dramática, con ocasión de la puesta en marcha de cierta fundación cultural. Una de las participantes se puso hecha una furia y casi se niega a firmar, porque el notario, machista insensible y malévolo, había escrito su documento sin una sola @ y se obstinaba en mantener expresiones como “los abajo firmantes”. Es que no se puede aguantar.
Hay quien se atreverá a sostener que una cosa es el sexo (fenómeno biológico y no aplicable a toda la realidad nombrable) y otra el género, mero aparato gramatical, puñetera forma lingüística. Eso es que les falta una visión pan-sexual del universo, como si hubiera cosa más importante que los cromosomas x e y. No se enteran, la verdad.

domingo, 14 de enero de 2007


Corrupio Farfullante, llamado por sus contemporáneos “El Mandao” se vio obligado en cierta comprometida ocasión a negociar con los caudillos de la horda sobre su participación en una gran batalla contra el infiel.
Corrupio, hombre de principios, preguntó en primer lugar qué lemas y motes habían de lucir las banderas y estandartes de la gran coalición. Sabido es que el triunfo o la derrota en una de estas memorables ocasiones depende en gran medida de las oriflamas y pendones, así como del buen aseo y correcta uniformidad de la tropa.
- Pues creo que pondremos “Por la libertad”, o algo por el estilo.
- ¡No es suficiente: vinculo mi participación en la batalla a que en el pendón más señero ponga también “por la justicia”, porque, si hay libertad pero no hay justicia, todo será un gran despelote.
- Bueno, pues pondremos “por la libertad y la justicia”, total...
- ¡Ah, malandrines! ¿Y qué de “la prosperidad”? Es que si la gente es libre y justa, pero no próspera, buena burra hemos comprado.
- Claro, claro, claro: “por la libertad, la justicia y la prosperidad”. Hecho; pero, ¿vienes o no vienes?
- Ardo en deseos de ir, como es patente; pero me parece que sería imprescindible añadir “alegría y buen humor”. Eso deja perfectamente claro que somos personas campechanas y bonancibles. En caso contrario daríamos una sensación de severidad muy molesta.
- En fin: “por la libertad, la justicia y la prosperidad con alegría y buen humor”. ¿No queda algo raro? Es que se trata de una batalla presumiblemente encarnizada y...
- Nada de peros. Estoy como loco por lanzarme contra el infiel a la cabeza de mis escuadrones, y sin embargo, creo que falta algo, vamos, un no sé qué.
- Nos estás hinchando un poco las narices ya, ¿eh? Venga, pía de una vez.
- Pues yo, la verdad, no me animo, si no pone algo relativo a nuestras acendradas creencias, por ejemplo “y al que no crea en los dioses que le den por saco”.
- Pues eso, más que un estandarte, va a parecer una sábana, pero bueno, pondremos: “Por la libertad, la justicia y la prosperidad con alegría y buen humor, y al que no crea en los dioses que le den por saco”. Vaya pasada.

El sagaz Corrupio Farfullante profirió entonces un gran suspiro y exclamó con lágrimas en los ojos:
- ¿Así que siempre arrimando el ascua a vuestra sardina, eh, grandísimos canallas? Pues no iré, y os chinchais, indignos mequetrefes, tramposos.

Y es que “El Mandao” era muy suyo y tampoco le gustaba juntarse con malas compañías, porque así se lo había dicho siempre su papá.

Fe de erratas: en este artículo se ha colado una foto que debe de ser de otro. Ustedes perdonen.
TULIO OSVALDO SCIOPPERO
Y SU
“MORFOLOGÍA DE LA ESCÉNICA ERRÁTICA”

Ya son bastante conocidos los métodos de epibiótica actoral planteados por Tulio Osvaldo Scioppero hacia la década de los 90 del pasado siglo en su “Biolaboratorio del actuante” y esparcidos por todo el ámbito del aprendizaje escénico de América Latina y Europa por sus discípulos y seguidores. Como fructífera superación de la noción grotowskiana del “actor santificado”, Tulio Osvaldo va más allá propugna la idea de “actor crucificado”; si Eugenio Barba se refiere a las acciones extra-cotidianas, Tulio Osvaldo insiste en las “actancias extraterrestres”.
Hoy, superados algunos bloqueos frente a la corrección ortográfica, Tulio Osvaldo Scioppero ofrece a los lectores especializados su “Morfología de la Escénica Errática”, un mágico compendio de su larga trayectoria en la investigación teatral. Su colaborador directo a lo largo de estos años Oscar Añoso Picci (cariñosamente conocido por el apodo “Estrabinski” a causa de su pronunciado estrabismo o bizquera) se ha esmerado recopilando notas y más notas del maestro, quien tenía por costumbre esparcir su sapiencia con una prodigalidad ejemplar. Así cuenta el buen y abnegado Estrabinski: “acá, allá, mirá, flaco. En servilletitas de la cantina, en retacitos de “La Nación”; mismo en – perdoná – el rollo de papel de los servicios. ¡Pucha si fue pinche laburo!”.
Sería tarea de enorme complejidad definir la “escénica errática” de Scioppero en un espacio tan reducido como el que la mezquindad de esta publicación me otorga. Parece, sin embargo, inexcusable, enunciar al menos las famosas seis reglas de la “implantación biotécnica del exteriorizable”, enunciadas y ampliamente desarrolladas en el opúsculo del Maestro, que
– añadiré – ya puede ser adquirido en las librerías más importantes de Tucumán y Rosario a precios muy razonables.
Estas seis reglas, tal y como vienen muy bien escritas en una de las primeras páginas del librito, son:

Regla de la retrospección deflactante
Regla de la deslectura afrentosa
Regla de la recomposición ojimétrica
Regla del inconmensurable desparpajo
Regla del mosqueo trascendente
Regla del juanpalomo autista

Parte de la trascendental obra de Scioppero presenta inexplicables afinidades y alguna que otra monstruosa contradicción con los trabajos de mi propio y llorado maestro Szopenko, al que, si Dios no lo remedia, dedicaremos más de una página en ese Asno de Oro.
Item más, si me da por ahí, desarrollaré algo las seis famosas reglas, porque hay gente que no se aclara con su mero enunciado.

MARIANO CONTRA ALÍ KAN

Alí Kan era el enemigo inveterado del Guerrero del Antifaz. Cualquiera que esté mínimamente puesto en Historia de España lo sabe de sobra y, si no, que recurra a fuentes fiables: Pio Moa, César Vidal, Jiménez Los Santos...
A Guerrero del Antifaz no se le hubiera pasado por la cabeza ponerse a negociar con un miserable sarraceno, que es lo que era Alí Kan, y un traidor sin palabra y, en suma, un mal bicho.
Por añadidura, y poniéndose muy mal las cosas, el Guerrero del Antifaz siempre podía echar mano de Santiago Matamoros para resolver la papeleta en cuatro mandobles y asunto concluido y se acabó la Reconquista de una vez por todas.
Los terroristas, como el pérfido sarraceno Alí Kan, Osama Bin Laden y toda esa ralea no merecen la más mínima consideración y sabido es que si les das la mano se toman hasta el pie. Otros legendarios personajes, como el conde Don Julián y el obispo don Opas, salieron escaldados tras contraer funestas alianzas con el moro, porque quien con niño se acuesta...
Eso Don Mariano y su partido lo tiene perfectamente claro y en esa opinión participan actores sociales de peso, como la AVT (Animadversión Visceral Tremendista). El infame y necio Presidente de parte de los españoles, don ZP, no sólo ha intentado apaños con el infiel, sino que se ha dejado arrastrar hacia el abismo del mal y, de hecho, ha participado activamente en la demolición mortífera de la Terminal cuatro de Barajas. Eso lo saben hasta los niños de teta.
Frente a esa debilucha y traicionera actitud, don Mariano y la flota de Génova declaran que el Gobierno de parte de los españoles no sabe a dónde coño va en su política contra el terrorismo y que está perdiendo el oremus de plano.
Los bravos genoveses lo harían todo de una forma mucho más certera y contundente, si bien nadie sabe en qué consistiría su estrategia contra el infame sarraceno: ¿meter la legión y los regulares en el País Vasco a sangre y fuego? ¿Reinstaurar el Tribunal del Santo Oficio? O, por lo menos, suprimir todos los fueros, autonomías y etcéteras de los vascones, como ha propuesto el eximio filósofo don Savater. ¡Eso es vista, machote!
JORGE Y EL BODEGÓN

Había un señor que pretendía colgar de la pared un bonito cuadro. Probablemente se trataba de un bodegón con sus manzanitas coloradas, su pollo difunto, su pescado semi-putrefacto y un racimo de uvas cerúleas para coronar el festejo.
Este señor tomó su martillo y un gran clavo, se aproximó a la pared y golpeó el clavo por la cabeza hasta hundirlo en un ángulo sospechoso. Como Don Quijote con su celada de cartón, no quiso hacer grandes pruebas, por si las moscas y procedió a intentar la entronización del engendro, el cual, a su vez, repuso a la tentativa con un aparatoso desplome, en el que arrastró tras sí el gran clavo y una notable porción de yeso y pintura.
Este señor era muy decidido y tenaz, así que agarró dos clavos, aún más gordos y martilleó ferozmente sus cabezas, hasta lograr que ambos rebotasen contra la pared, desprendiendo en señal de protesta media espuerta de estuco y un buen trozo de ladrillo.
- ¿Ah, sí? ¡Pues ahora te vas a enterar!
El voluntarioso y enérgico individuo probó con tres, cuatro, cinco clavos, hasta lograr la demolición parcial del muro, la pérdida irreparable de casi todo el mobiliario de la sala y el aplastamiento de sus dedos índice y pulgar. El único objeto ileso en el teatro de operaciones era el funesto bodegón, dentro del cual el besugo macilento parecía sonreír con sarcasmo e ingratitud ante el fracaso de su desventurado propietario.
Don George Bush nunca llegó a conocer a tan ejemplar sujeto, pero como si lo hubiera conocido, porque su política en Irak parece inspirada en el ejemplo del caballero del bodegón.
En su pequeño ensayo democratizador de ese desventurado país ha logrado hasta el momento unas tres mil bajas en sus propias fuerzas, unos treinta y siete mil iraquíes, civiles mayormente, pasaportados al paraíso de Alá, la ruina efectiva del país y una guerra civil en ciernes. ¿Cuántos clavitos llevamos?
En vista del éxito obtenido, Bush pretende enviar al Golfo veintiún mil quinientos soldados más, y esto ya no es un clavo, es un tornillo de quince pulgadas. Afortunadamente cuenta para su brillante iniciativa con el aplauso de brillantes intelectuales norteamericanos, tal que Arnold Schwarzenegger, el talentoso gobernador de California.
Creo que ha sido el actor Tim Robins quien ha sugerido que los USA envíen a Irak tantos soldados como habitantes hay en el bodegón (unos veinticuatro millones). Si cada soldado americano mata un iraquí, asunto concluido.
Lo malo es que el microcéfalo peor presidente USA de la Historia es capaz de tomarse al pie de la letra la malévola propuesta del actor, porque peores cosas hemos visto y oído. El sentido del humor del tío Bush parece bastante afín cuantitativamente al que ostenta la cucaracha común. ¡Ojo con las bromitas!